Y si no hubiera más límite / And if there were no greater limit : Gloss

Y si no hubiera más límite / And if there were no greater limit

¿Y si no hubiera más límite que la imaginación?

El teatro nos permite poner en escena lo que somos y sufrimos y también imaginar el país que queremos. Ampliar el arco de nuestra imaginación, aflojar los contornos, desplazar los límites, cuestionar y cambiar lo que está establecido.

Replantear nuestros imaginarios colectivos  posibilita esperar siempre más y no claudicar.

La representación puede hacer aparecer a lxs Otrxs, visibilizar un protagonista, darle el centro del escenario a quien siempre estuvo en la periferia. Puede contentarse con perpetuar las imágenes establecidas o emancipar la mirada. La representación puede retorcerse sobre sí misma hasta cerrarse o multiplicarse intentando dar cuenta de sus grietas.

Reflejar lo que está más allá de lo imaginable puede ser una tarea dolorosa, pero pionera y necesaria. ¿Cómo llevar al Otrx a imaginar aquello que nunca ha visto directamente? ¿Cómo representar el dolor, la violencia, la opresión y el miedo del pueblo mapuche? ¿Cómo poner en escena aquello que está oculto tras los silencios, miradas y gestos, aquello que evita ser dicho, pero está latiendo entre los cuerpos? ¿El grito mudo, el desgarro interno de un territorio invisibilizado?

El poder de la representación no es solo permitir visualizar mundos posibles, sino crear las condiciones para que estos  sucedan. En octubre 2019, aquello que solo unxs pocxs eran capaces de imaginar se volvió una visión colectiva.  Se imaginó un país donde la posibilidad de vivir dignamente no solo fuera el privilegio de unos pocos, donde el abuso no estuviera tan inserto en el sistema hasta hacerse invisible.  Y el grito se hizo carne en el colectivo.  La imaginación nos movilizó hasta que ya no hubo silencio, ni sumisión, ni miedo, hasta que ya no se pudo callar.

Hasta que lo real exigió no ser menos que la imaginación.

 

 


 

 

And if there were no limit to the imagination?

Theatre permits us to stage who we are and what we suffer and also to imagine the country that we want. To amplify the arc of our imagination, to loosen the contours, to displace the limits, to question and to change what is established.

To reconsider our collective imaginaries makes it possible for us to always hope for more and not give up.

Representation can make the Others[1] appear, draw attention to a protagonist by putting at center stage one who had been on the periphery. One can content oneself with perpetuating established images or emancipate the gaze. Representation can turn in on itself until one has closed oneself off or multiplied oneself intending to count all of one’s crevices.

To reflect what is further than the imaginable can be a painful task, but pioneering and necessary. How do you make the Other imagine that which they have never directly seen? How can you represent the pain, violence, oppression, and fear of the Mapuche people? How can you put on stage that which is hidden behind silences, looks, and gestures, that which avoids being spoken but is beating inside our bodies? The mute scream, the internal anguish of a territory made invisible?

The power of representation is not only to allow us to visualize possible worlds, but to create the conditions for them to happen. In October 2019, that which only a few were capable of imagining, became a collective vision. A country was imagined where the possibility of living a dignified life was not only for the privileged few, where abuse was not so embedded in the system that it had become invisible. And the scream became flesh in the collective. The imagination mobilized us until there was no longer silence, nor submission, nor fear, until one could no longer keep quiet.

Until the real demanded to be no less than the imagination.

 

 

[1] Translator’s note: In the Spanish original, Duarte uses the “x,” an orthography employed to degender Spanish words. 


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