La idea es destruir Chile.
Los países no tienen que durar para siempre.
A veces cometen crímenes irreparables.
Por ejemplo.
Un tribunal.
Un juicio.
Un juicio en el que están condenando a Jorge Mateluna a dieciséis años de cárcel.
Por asaltar un banco.
Pero él no lo hizo.
Simplemente iba caminando por la calle y la policía le hizo un control de identidad.
Cuando se dieron cuenta de que él había estado preso, de que había sido guerrillero, lo metieron a la cárcel.
Ahora lleva ocho años preso.
En la cárcel lo está matando Chile.
Y lo está matando la epidemia.
El virus.
Esto es vida real.
Un poco de contexto.
Nosotros ya hicimos una obra para liberarlo.
Esto es real.
Esa obra se llamó Mateluna.
Explicamos el caso sobre el escenario.
Funcionó.
Todo Chile se dio cuenta de la injusticia.
Hasta la presidenta Bachelet decidió indultarlo.
Pero su ministro de justicia se negó a firmar el decreto.
Esto es historia real.
Jorge Mateluna vive preso.
Hoy.
Por eso la rabia.
Y la idea es quemar Chile.
La idea de que el país no merece sobrevivir.
Empecemos por repetir el juicio.
Pero podríamos darle una última oportunidad.
¿Qué pasa si repiten el juicio?
Podría ser.
En ese caso deberíamos llegar mejor preparados.
Podríamos llevar videos.
Por ejemplo videos que demuestren que Mateluna es inocente.
Videos realizados por Forensic Architecture (FA), una agencia de investigación basada en el Goldsmiths, University of London.
Allá usan una tecnología impresionante para explicar la violencia.
Las violaciones.
A los derechos humanos.
En todo el mundo.
Han usado su método para aclarar asesinatos políticos y bombardeos de poblaciones civiles.
Ellos podrían reproducir la fuga de los verdaderos asaltantes y explicar por qué Jorge Mateluna no participó en el asalto.
Podrían demostrar que la policía fabricó pruebas.
Y lo dejarían libre.
En la última escena de la obra, va a aparecer el verdadero Jorge Mateluna.
Libre.
Sonriendo.
Se va a parar en el centro del escenario.
Y va a hablar de su vida en la cárcel.
Va a decir que en las noches imaginaba salir en libertad para subirse a un escenario.
Fin.
Espero que este sueño llegue a alguien de Forensic Architecture.
Pueden escribirme a este email: matelunainocente@gmail.com
Sería maravilloso que nos ayudaran a liberar a Jorge Mateluna.
Lo tuvieron seis meses en una celda de castigo.
Una hora de sol.
Por eso, la imaginación tiene que estar manchada de rabia.
De fuego.
De la destrucción imaginaria de Chile.
Porque para que Mateluna salga libre hay que destruir Chile.
Y si lo dejaran en libertad también habría que destruir Chile.
Porque el daño ya está hecho.
La cárcel.
Ese es un daño imposible de imaginar.
The idea is to destroy Chile.
Countries don’t have to last forever.
Sometimes they commit irreparable crimes.
For example.
A court.
A trial.
A trial in which they are condemning Jorge Mateluna to seventeen years in jail.
For robbing a bank.
But he didn’t do it.
He was simply walking down the street and the police ran an identity check on him.
When they realized that he had been in prison before, that he had been a guerrilla fighter, they put him in jail.
Now, he’s been imprisoned for seven years.
In jail, Chile is killing him.
And the epidemic is killing him.
The virus.
This is real life.
A bit of context.
We already did a play to free him.
This is real.
That play was called Mateluna.
We explained the case onstage.
It worked.
All of Chile became aware of the injustice.
Even President Bachelet decided to pardon him.
But her Minister of Justice refused to sign the decree.
This is actual history.
Jorge Mateluna lives imprisoned.
Today.
The rage is because of that.
And the idea is to burn Chile.
The idea that the country does not deserve to survive.
We begin by repeating the trial.
But we could give him one last opportunity.
What happens if they repeat the trial?
It could happen.
In that case we would come better prepared.
We could bring videos.
For example, the videos that demonstrate that Mateluna is innocent.
Videos made by Forensic Architecture (FA), a research agency based at Goldsmiths, University of London.
There, they use amazing technology to explain violence.
Violations.
Of human rights.
Worldwide.
They’ve used their methodology to clear up political assassinations and bombings of civilian populations.
They could reproduce the fleeing of the actual robbers and explain why Jorge Mateluna was not part of the robbery.
They could show that the police fabricated evidence.
And they would let him go free.
In the last scene of the play, the real Jorge Mateluna will appear.
Free.
Smiling.
They’ll stand centerstage.
And he’ll talk about his life in jail.
He’ll say that at night he imagined going free so he can appear on stage.
The end.
I hope that this dream gets to someone at Forensic Architecture.
They can write me at this email address: matelunainocente@gmail.com
It would be wonderful if they could help us free Jorge Mateluna.
They’ve had him in a disciplinary cell for six months.
One hour of sun.
Because of this, imagination has to be stained by rage.
By fire.
By the imaginary destruction of Chile.
Because for Mateluna to go free, Chile has to be destroyed.
And if they were to let him go free, Chile would also have to be destroyed.
Because the harm is already done.
Jail.
That’s a harm impossible to imagine.
EN ESTOS TIEMPOS INNOMBRABLES
El destino retoma su vuelo y con sus alas desvía el avenir, ese destino más poderoso que los dioses, bajo el cual los poetas dramáticos condujeron sus obras, es lo inesperado que se avista en el horizonte para la humanidad y la escena.
A veces se afirma que el teatro está en crisis, que ha perdido su sentido, o que está al borde del precipicio del olvido, lo que es una alocución de un presente. Son las percepciones de quienes padecen las incertidumbres del oficio, dado que el amor, la ira, etc. como la teatralidad, subsistirán más allá de los aconteceres de hoy, y se esfumarán cuando el planeta deje de girar alrededor del sol.
La escena manipulada por la especie se hospeda en manos de quienes la capturan. A vece instrumentalizada sea por regímenes dictatoriales, a veces solo como un medio de mercado para la obtención del lucro, o como un lugar para enfrentar la ficción imperante, o tal vez solo para sumergirnos en el olvido, o para construir un luminoso saber y congregarnos como tribu.
Los deseos de la humanidad están poblados de quimeras que la hacen subsistir y le permiten continuar su existencia, pero que nunca logran plasmar en su plenitud.
Desde “el amar a tu hermano como a ti mismo”, al ideal del “hombre nuevo” o al anhelo de la “fraternidad, igualdad y libertad”, o tratando de construir el reflejo de la palabra de un dios como eje del buen vivir. Y así cientos de bellos relatos que sólo arriban al enunciado de su historia.
Ahí es donde la representación, el arte, les da vida, espíritu y materialidad a esos deseos sociales esquivos, podríamos decir que el teatro imaginado es tan múltiple
El arte logra señalar lo que no existe y hablar de lo no dicho, como develar o reafirmar la ficción imperante.
Sin embargo no existe la solución buena o justa, no existe el “nunca más”, mientras el motor de un actuar de la especie sea enseñar a matar y construir armadas para aniquilar lo existente, no habrá obra que logre detener este accionar, habrá escenas que glorifiquen el heroísmo del rebelde, guerrillera o militar y otras que lo denuesten, pero ninguna logrará impedir el disparó de un gatillo.
Por eso adoro las balas de la ficción ya que nunca han manchado de sangre el escenario.
Ahí tal vez, el arte logré transformar a la especie, permitiéndole plasmar sus inacabadas aspiraciones,
En el intertanto nos preparamos, sumando otras letras al alfabeto del lenguaje escénico, reelaborando las tradiciones y avistando una escena, que no podrá ser igual a la del ayer y que inundará las calles o escenarios, dando cuenta de una revolución cultural que ha hecho emerger el anhelo de otro constructo social.
Continuamos, hasta lograr la inexistencia de los casos de todas, todos y todes los Matelunas.
Será lo que está detrás del horizonte, lo que dilucidará el sentir de estas palabras.
IN THESE UNSPEAKABLE TIMES
Destiny takes flight once again and its wings deflect agreement. This destiny more powerful than the gods, under whose aegis dramatic poets create their works, is the unexpected meeting place on the horizon for humanity and for the stage.
The theatre is constantly thought to be in crisis. Said to have lost its meaning, or to be teetering on the edge of the precipice of forgetting, which is an allocution of the present. These are the perceptions of those who suffer from the uncertainties of their occupation. It is a given that love, wrath, etc., like theatricality, will subsist beyond the events of today, and will disappear only when the planet stops revolving around the sun.
The stage, manipulated by the species, lodges in the hands of those who capture it. At times instrumentalized by dictatorial regimes, at times it is only a means for the market to obtain profits, at times a place to confront the reigning fiction, or perhaps to submerge ourselves in forgetting, or to construct a luminous knowledge and for us to congregate like a tribe.
Humanity’s desires are populated with chimeras that make them subsist and allow them to continue to exist, but that never succeed in shaping their plenitude.
Whether it is “love your brother like yourself,” the ideal of “the new man,” or the yearning for “brotherhood, equality and liberty,” or trying to construct the reflection of the word of God like the axis of the good life, hundreds of beautiful stories only get to enunciate their tale.
This is where performance, art, gives life, spirit, and materiality to those aloof social desires. We could say that the imagined theatre is as multiple as the diverse yearnings of each small group of human beings, and that thus, like every rite, it maintains its history in the present, yearning for the representation of the political-spiritual aspirations of humanity.
As a means of unveiling or reaffirming the reigning fiction, art succeeds in pointing out what doesn’t exist and in talking about what is not said.
Nevertheless, if the motor driving the species is being taught to kill and to construct arms with which to annihilate what is, the good or just solution doesn’t exist, “never again” doesn’t exist. No play can stop such action. Scenes will be written to glorify the heroism of the rebel, guerilla, or soldier, and others that insult, but none of them can impede the shot that comes from pulling the trigger.
I adore fictional bullets because they’ve never stained a stage with blood.
Political theatre, like the curtain raiser of an ideology, has succumbed. The politics of art and the social impetus of creation is emerging, where, by means of artistic language, the discourses of the present manifest themselves. This happens in demonstrations where song, dance, projections, choreography, and literature on the walls construct social actions that pierce the “artistic fiction” to reveal a socio-political reality that establishes a different spirit of the age.
There, perhaps, art will succeed in transforming the species, permitting it to shape its unfinished aspirations.
In the meantime, we will prepare ourselves, adding other letters to the alphabet of scenic language, re-elaborating traditions and descrying scenes that cannot be the same as those of yesterday, and that will inundate the streets and stages, realizing a cultural revolution that has made the yearning for another social construction emerge.
We continue, until we achieve the destruction of all the cases like Mateluna’s.
It will be that which is behind the horizon, that which will explain the meaning of these words.