La Subversión desde la creación social / Subversion from Social Creation : Gloss

La Subversión desde la creación social / Subversion from Social Creation

                                                                                                                        Septiembre 2020

Miro fascinado el video realizado por Ramón Griffero. Es un documental de la revolución que empezó en Chile el 18 de octubre de 2019. Reconozco las calles y los rayados de las paredes. El ruido. Hace calor y la gente está enmascarada. Eso pasó hace menos de un año pero parece historia antigua. Ahora no se puede protestar y las máscaras las usamos para detener al virus.

Me gusta recordar esa sinfonía del desacato, ese amanecer colectivo. Prefiero eso a recordar los cuerpos heridos, sin ojos, que llenaban las salas de emergencias de los hospitales. Pero eso no se puede olvidar.

En estos días he soñado con volver a la normalidad de la revolución, no a la normalidad de antes. Antes de la revolución había una inercia, una crueldad permanente, aplastante. La represión de la  revolución fue todavía más cruel, pero por lo menos estábamos en la calle.

Hay gente que no quiere llamarla revolución. Prefieren decir que fue un estallido social, una revuelta. Yo prefiero revolución. Tiene más peso. Más fuerza. Además todavía no ha terminado. No sabemos si va a ser el nacimiento de una nueva sociedad, o lo mismo de siempre: otro día gris junto a Los Andes, otro día de muertos flotando en el agua. Sea como sea, lo mejor es arriesgarlo todo.

Por eso también miro intrigado el video. No sé si veo una historia feliz. Hay caras felices, pero esa gente todavía no sabía nada de la plaga. No sabía que los mismos policías que les disparaban a matar, semanas después iban a ser los encargados de vigilar las calles vacías para salvarnos la vida. El virus ha justificado un nuevo estado policial. El virus salvó a la policía. EL VIRUS SALVÓ A LA POLICÍA.

Me gusta ver esa felicidad ingenua de la protesta. Pero esa ingenuidad no va a ser suficiente ahora. Vamos a necesitar un poco más de desencanto y amargura. Vamos a necesitar un nuevo teatro. Lo que aprendimos de este proceso va a tener que ser pensado sobre nuestros escenarios. A veces el teatro necesita butacas y cuatro paredes. Cuando volvamos vamos a necesitar un nuevo teatro,   aunque esta espera es eterna.

Supongo que muy pronto vamos a volver a sentir la euforia de marchar, pero no va a ser como antes. Va a ser una segunda oportunidad. Un regreso. Ahora vamos a estar más separados. No nos vamos a saludar de beso. Pero sí vamos a volver.

Seguramente vamos a tener que ver este documental para recordar cómo éramos, cómo empezamos la revolución. Reconocer esa felicidad antigua nos va a servir, pero la victoria final va a requerir cierto rigor, cierta determinación. Creo que esa es la conciencia de la vida. El reencuentro de la tribu atomizada que finalmente se une y convierte el carnaval en un arma para desenmascarar la ficción de su época.

 


 

September 2020

Fascinated, I watch the video made by Ramón Griffero. It’s a documentary of the revolution that began in Chile on October 18th, 2019. I recognize the streets and the drawings on the walls. The noise. It’s hot and people are masked. This happened less than a year ago but it seems like ancient history. Now we aren’t allowed to protest and we use masks to stop the virus.

I like to remember that symphony of discontent, that collective awakening. I prefer that to remembering the wounded bodies, without eyes, that filled the emergency rooms of hospitals. But it’s impossible to forget them.

These days, I’ve been dreaming of returning to the normalcy of the revolution, not the normalcy of before. Before the revolution, there was inertia, a permanent and crushing cruelty. The repression of the revolution was crueler still, but at least we were out in the street.

There are people who don’t want to call it revolution. They prefer to say that it was a social explosion, a riot. I prefer revolution. It has more weight. More strength. Moreover, it’s still not over. We don’t know if there will be the birth of a new society, or if it will be the same as always: another gray day next to the Andes, another day of dead bodies floating in the water. Whatever happens, the best thing to do is to risk everything.

That’s also why I watch the video with intrigue. I don’t know if I see a happy story. There are happy faces, but those people didn’t yet knew anything of the plague. They didn’t know that the same police officers shooting to kill them would, weeks later, be responsible for patrolling empty streets to save our lives. The virus has justified a new police state. The virus saved the police. THE VIRUS SAVED THE POLICE.

I like to see that naive happiness of the protest. But that naivete is not going to be enough now. We are going to need a little more disillusionment and bitterness. We are going to need a new theater. What we learn from this process will have to be considered on our stages. Sometimes the theater needs wings and four walls. When we return we’re going to need a new theater, although that hunt is eternal.

I suppose that very soon we’ll once again feel the euphoria of marching, but it won’t be like before. It’s going to be a second opportunity. A return. Now we’re going to be more separated. We won’t say hello with a kiss. But we’ll return.

Surely we’ll have to watch this documentary to remember how we were, how we started the revolution. Recognizing that former happiness will serve us, but the final victory will require a certain rigor, certain determination. I think that that’s the consciousness of life. The reunion of an atomized tribe that finally unites and turns the carnival into a weapon to unveil the fiction of its era.

 


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