Que todo arda / May Everything Burn : Gloss

Qué todo arda / May Everything Burn

En octubre del año 2019 Chile empezó a arder de a poco, violentamente, como nunca imaginamos que ardería. Y pensamos que no sería posible volver a pisar un escenario de la misma manera en que lo habíamos hecho antes. Nuevamente los militares y policías estaban torturando gente, estaban matando, violando, sacándoles los ojos a las personas. Fue entonces que se nos apareció el horror y el arte se llenó de preguntas sin respuesta. Y dentro de esta incertidumbre sobre la función del arte, la masiva performance de Un violador en tu camino del colectivo LASTESIS  me ofreció  una certeza  después de tanto tiempo. Porque ahí, en la calle llena  de miles de mujeres que sentíamos lo mismo, verbalizando lo  que estaba escondido en nosotras, algo empezó a arder verdaderamente, y entonces nada volvió a ser igual.

Qué todo arda es volver a esa sensación de final, de que todo lo que ya existe no se sostiene, y de que el silencio guardado por años ahora explota como un grito. La forma del collage me hace inevitablemente pensar en un vómito, en echar  un conjunto de elementos que enferman y envenenan nuestros cuerpos, manchando todo a su paso. Lanzo hacia afuera todo lo malo, para poder comenzar a sanarme. Un poco de patriarcado, un poco de racismo, un poco de transfobia, un poco de arribismo, un poco de lesbofobia: todo en trozos de papel mezclado sobre la mesa, listo para ser quemado y para desaparecer. Sin embargo, vomitar está tan mal visto que intentamos no hacerlo nunca. No se puede vomitar en la cena familiar, ni en la reunión de apoderados, ni en la entrevista de trabajo. Porque todo lo que se sale del margen no debe ser visto nunca, que no se nos vea la sangre, que no se nos vea el sudor, que no se nos vean las lágrimas, ni menos que se vea nuestra rabia. Botar la rabia hacia afuera es lo que nos transforma en monstruos.

En el video hay un apagón, y de fondo una voz de mujer nos dice un conjuro, lanza un maleficio donde por fin se muere el orden establecido, se queman en la hoguera los opresores, los que desde siempre han contado la historia hegemónica, y es solo entonces que se podrá, por fin, empezar de nuevo. Y entonces, ese hombre blanco heterosexual cis dejará de ser el protagonista de la historia, y los profesores en las salas de clase dejarán de estudiar solamente autores varones, y los autores varones dejarán de sentirse con la autoridad de crear a los grandes personajes femeninos del teatro universal. En el video también aparecen carteles con distintos tipos de frases: “Las mujeres, a la sombra”, “Los hombres, más ventajas”, “Es un aluvión de nostálgico romanticismo”. Es a través de estas ideas desde donde se ha creado el mundo.

Para mi, Qué todo arda evoca una imagen, cientos de brujas quemando sacerdotes en la hoguera, quemando sus documentos oficiales y sus leyes en una fogata masiva. Pero no son las brujas que inventaron los hombres, son otras brujas, no son las que vuelan con escobas, ni las que usan gorros puntiagudos. Son las verdaderas, las que sangran, las que paren en la tierra, las que se aman entre ellas, las mujeres transgéneras, los hombres transgéneros, las mujeres que son libres.

 


 

In October 2019 Chile began to burn little by little, violently, like we never imagined it could burn. And we thought that it would not be possible to step on a stage in the same way we had before. Once again the military and the police were torturing people; they were killing, raping, blinding people. It was then that the horror appeared to us, and art filled with questions without answers. Amidst this uncertainty about the function of art, the mass performance of the collective LASTESIS, A rapist in your path, offered me long-awaited certainty. Because there, in the street filled with thousands of women who felt the same way, verbalizing what was hidden within us, something began to truly burn with irrevocable consequences.

Let everything burn returns us to that feeling of the end, when everything that already exists cannot sustain itself, and when the silence kept for years now explodes like an eternal scream. The form of the collage makes me inevitably think of vomiting, releasing the sickening elements that poison our bodies, staining everything in its path. I throw out all the bad to start to heal myself. A bit of patriarchy, a bit of racism, a bit of transphobia, a bit of social climbing, a bit of lesbophobia: all are scraps of paper mixed together on the table, ready to burn and disappear. However, vomiting is improper behavior and to be avoided at all costs. One cannot vomit during a family dinner, nor in a meeting of managers, nor in a job interview, because excess should never be seen. They should not see our blood; they should not see our sweat; they should not see our tears; and never our rage. To release our rage would turn us into monsters.

In the video there is a blackout and from the depths, a voice casts a spell, a curse that at last dooms the established order, burns the homes of the oppressors, ones who have always controlled the telling of history. Only in this way can we finally start again. And so, that white cis heterosexual man will no longer be the protagonist of history, and teachers in the classrooms will no longer teach only male authors, and male authors will no longer feel they have the authority to write the great female characters of the theater. In the video, too, signs appear with different phrases: “Women in the shadow,” “Men. More advantages,” “It’s a flood of nostalgic romanticism.” These are the ideas from which the world has been created.

For me, Let everything burn evokes an image: hundreds of witches burning priests at the stake, burning their official documents and laws in a massive bonfire. But these are not the witches that men invented; these are other witches. They do not fly on brooms or wear pointy hats. These are the true witches:, the ones who bleed, who give birth in the dirt, the women who love each other, transgender women, transgender men, women who are free.

 


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