El 31 de diciembre de 2020, el Instituto Nacional de Derechos Humanos emitió el informe anual donde se da el número de personas que resultaron heridas durante el estallido social en Chile. Contabilizados desde el 17 de octubre al 30 de diciembre, se registraron 3.554 personas lesionadas: 2.874 hombres, 416 mujeres y 264 niños, niñas y adolescentes.
De entre estas personas heridas, 2.081 personas sufrieron lesiones por disparos: 1.615 fueron impactados por perdigones, 230 impactados por lacrimógenas, 185 impactados por balines y 51 personas fueron impactadas por balas. 359 personas sufrieron daños oculares. 335 presentaron trauma o lesión en sus ojos, y 24 de ellas sufrieron el estallido o pérdida del globo ocular.
Gustavo Gatica, estudiante de psicología de 21 años, puso el cuerpo y perdió ambos ojos.
El teniente coronel Claudio Crespo se desempeñaba el 8 de noviembre en la Prefectura de Fuerzas Especiales de Santiago como jefe táctico de la intervención Sur, bajo la denominación de Gama 3. Cerca de las 18.10h, en la esquina de Vicuña Mackenna con calle Carabineros de Chile, un grupo de manifestantes gritaba consignas contra la policía y lanzaba elementos contundentes a sus vehículos. Crespo se parapetó contra el muro de un edificio y, apuntando hacia donde se ubicaban los manifestantes, disparó la escopeta antidisturbios calibre 12 directamente al tercio superior del cuerpo de los manifestantes impactando a la víctima a una distancia de 24,5 metros.
Gustavo Gatica quedó con trauma ocular severo:estallido del ojo izquierdo y contusión grave en el ojo derecho.
El 8 de noviembre, Crespo fue autor de 170 disparos con la escopeta de perdigones y de 43 con la carabina lanza lacrimógenas, según consta en los registros de Carabineros de Chile. Ese mismo día, contraviniendo el protocolo, Crespo descargó en su computador de trabajo personal los videos de la cámara GoPro que portaba.
Una glosa podría explicar o aclarar un texto. En esta glosa no ha sido posible aclarar la acción abominable de un oficial que dispara ciento setenta balines a los ojos de unos jóvenes manifestantes, ocasionándoles lesiones irreversibles para destruirles sus vidas.
On December 31, 2020, the National Institute of Human Rights published its annual report with the number of persons injured during the social uprising in Chile. Between October 17 and December 20, 3,554 persons were reported injured: 2,874 men; 416 women; and 264 boys, girls, and teenagers.
Among these injured persons, 2,081 people suffered gunshot wounds: 1,615 were wounded by buckshot; 230 were affected by tear gas; 185 hit by pellets and 51 people were hit by rubber bullets. 359 people suffered ocular injuries: 335 had trauma or lesions in their eyes, and 24 of them suffered “el estallido” or loss of an eyeball.
Gustavo Gatica, a 21-year-old psychology student, put forth his body and had his eyes put out.
On November 8, Lieutenant Colonel Claudio Crespo of the Prefecture of Special Forces in Santiago served as the chief tactician of the Southern intervention, under the banner of the Gama 3 unit.
Around 6:10PM, on the corner of Vicuña Mackenna and the Carabineros de Chile street,
a group of protesters shouted slogans against the police and threw blunt objects at their vehicles. Crespo took refuge against the side of a building and, pointing toward where the protestors were located, fired his anti-disturbance 12 gauge shotgun directly at the torsos of the protestors, impacting the victim at a distance of 24.5 meters (approximately 80 feet).
Gustavo Gatica was left with severe ocular trauma: destruction of the left eye and grave contusion in the right eye.
On November 8, Crespo was responsible for 170 discharges of his shotgun and 43 with his tear gas launcher, according to the Carabineros de Chile registry. On that same day, going against protocol, Crespo downloaded videos from the GoPro camera he wore to his personal work computer.
A gloss might explain or clarify a text. In this gloss, it has not been possible to clarify the abominable action of the official who discharged 170 rubber pellets into the eyes of young protestors, inflicting permanent injuries that would destroy their lives.